Entender otra religión, otra cultura, saber de otro país, de otra comida, no usar el tenedor, tener otra visión, tecnología, costumbres diferentes.
En esta ciudad no existen las fronteras, ni las distintas razas. Todos somos jóvenes, todos queremos aprender, todos quedamos facinados por igual al ver los edificios que se acumulan en Manhattan, todos usamos el subway, todos nos entendemos (otras veces no), todos hablamos el mismo idioma, todos discutimos, todos tenemos momentos tristes, todos tenemos momentos alegres, todos nos reímos igual, compartimos, sonreímos, escondemos secretos, contamos algunos, tenemos inquietudes, nos arropamos.
Durante estos cuatro meses hemos compartido muchas cosas con gente de otras culturas, gente muy distintas a nosotros. Seguramente desde nuestra pequeña Llagostera nunca nos hubiéramos planteado tener amigos budistas, poligámicos, amantes del yoga, o del heavy metal, poetas koreanos, swahili parlantes, judíos con kipás. Pero esto es New York y la ciudad nos une a todos.
Juntos nos entendemos, nos contamos, nos enseñamos, comprendemos y poco a poco cambiamos nuestra mentalidad. Creo que esta ciudad te transforma, te vuelve más tolerante, comprensivo, más persona.
Hemos compartido con muchos pero no puedo irme de la ciudad sin citar a dos personas, Hiroko y Masato, mis japoneses favoritos. Hiroko es una joven maquilladora profesional. Ha venido a pasar un tiempo para perfeccionar su inglés y reconocer que está abriendo su mente desde que vive en esta ciudad. Vamos juntas a clase y me ha prometido visitarme a Barcelona este persona.
Masato es un poco mayor que nosotras. También es japonés y es cantante de ópera. Pasó dos años en Italia para aprender italiano y poder cantar la Traviata y ahora el gobierno le paga su estancia en la ciudad de los rascacielos. También va con nosotras a clase y suele ser el organizador de las salidas colectivas (normalmente nocturnas).
Ellos dos, son un ejemplo (mi mejor ejemplo) del grupo de personas que me han ayudado a ver la ciudad con otra mirada, verla desde una mirada rasgada.