Los 30 no son más que un sello que certifica que tenemos más experiencia,
que sabemos apreciar un buen vino, una buena conversación, y dedicar
tiempo a quien nos importa de verdad.
Un sello que corrobora que empezamos a ser tiquismiquis por la
decoración, que crecen las carpetas en Pinterest con nuevos proyectos y
que no nos conformamos con el mueble básico de Ikea.
Preferimos calidad a cantidad, sabemos pronunciar Pinot Noir y no nos da
vergüenza marear la copa de vino, probarla y decirle "está perfecto" al
camarero.
Nos hacemos el corte de pelo que nos gusta y no el que llevan todas, nos
pintamos las uñas del color de temporada, queremos vestir cómodas y
apreciamos un maquillaje natural.
El trabajo nos importa, los clientes ya no nos asustan, y valoramos como
nadie el tiempo libre. Aprovechamos cada segundo y la prueba de ello es
que tenemos en la cabeza un mapa lleno de sitios por querer descubrir,
pero también lleno de sitios donde querer volver.
La familia es lo más importante y a ella se han unido un pequeño círculo de
amigos que podemos considerar familia también.
Ahora somos diurnos, el sabor de café abandera nuestras mañanas y no se
me ocurre nada mejor que acompañarlo de noticias para tener un buen
despertar. Aunque muchas de ellas nos entristecen porque no sabemos
cómo hacer que este mundo sea un poco mejor. Nos sentimos egoístas por
ser felices y prometemos no quejarnos más y apreciar lo que tenemos.
Así que luzcamos orgullosas nuestro sello porque pertenecer a este grupo
es mejor que ser del Club Bildeberg, del Megatrix, o de los que están en la
lista del Celler de Can Roca.
Marta Lo mereces los honores del número 30. Por brindar mejor que nadie,
por ser familia, por apreciar un buen tartar, por estar siempre en mi mapa.
Que sigamos sumando, tenemos espacio para muchos sellos más. En fin,
felicidades.