jueves, 28 de octubre de 2010

Bicicletas de maíz

Y si pongo este título al blog no es porque sean las 2 (que también) y me muera de hambre y, como Homer Simpson, vea comida por todas partes y sueñe hamburguesas y todo se convierta en un perrito gigante… mmmmm. En fin, no me emociono y os cuento el motivo! Es porque os quiero hablar de lo absurdo, algo tan absurdo como una bicicleta de maíz con frenos de caramelo y pedales de mantequilla.

A veces lo absurdo nos parece más interesante que temas importantes, a veces lo absurdo es lo único que nos causa una sonrisa, a veces un mail absurdo es leído antes que un mail de negocios, a veces un comentario absurdo nos mantiene la cabeza en activo durante horas, a veces una broma absurda se convierte en el final de una relación. Sí, seguro que todos habéis pensado en una absurdez que os ha alegrado el día o os lo ha amargado.

La mayonesa se convirtió en la canción del verano, Mr bean en un actor reconocido, el toma lacasitos en uno de los videos más vistos del youtube, los anuncios de Mixta en los más recordados en TV, la bata manta en un gran invento y el oso polar de Lost en la gran preocupación del año. Después de esta breve lista supongo que todos seréis conscientes de que deberíamos empezar a considerar aquello absurdo, por eso hoy me he decidido a dedicarle mi blog.

La verdad es que esta relación no es gratuita y si he llegado a esta conclusión es porque un elemento muy muy absurdo me tiene a mi toda esta semana contenta y con deseos de que llegue el fin de semana, este elemento es una farola. No no… no hablo de una farola absurda cualquiera, sino de la absurda farola que hay en la Devesa, en medio de barracas. Cada año al llegar estas fechas los móviles se colapsan a partir de las 11 de la noche y el diálogo más común entre los pocos afortunados que consiguen línea es:

- ¿Dónde estás?
- En la farola.
- Yo también.
- Hay espera que es la otra.
- ¿Me ves?
- No te veo, hay mucha gente.
- ¡Espera que levanto el brazo! (en aquel momento hay como 10 brazos levantados)
- ¿El del jersey azul? Sí, te veo. ¡Voy!

Elemento absurdo y diálogo absurdo, pero todos aquellos nacidos en Girona o que han mantenido una estrecha relación con la ciudad seguro que saben de qué les hablo. ¡Bicicletas de maíz y farolas para todos! Nos vemos este fin de semana al lado de lo absurdo con el brazo levantado.

jueves, 21 de octubre de 2010

LOS LADRONES DE SONRISAS

Los ladrones de sonrisas son desconocidos que se cruzan contigo por la calle y te roban un pequeño gesto. Son gente que, sin saberlo, te hacen el día un poco más feliz y te hacen olvidarte durante unos segundos de las preocupaciones que tenías en la cabeza.

Si ahora os hablo de este tipo de ladrones es porque este mediodía me he cruzado con uno de ellos. He salido rápido de la agencia y me dirigía a casa a paso ligero porque me estaba muriendo de hambre. Iba imaginando que podía hacer con lo poco que tengo en la nevera: medio pimiento, un cuarto de cebolla, 2 puerros y un huevo, mientras escuchaba a todo volumen un tema de Revolver que no sabía que tenía guardado en mi móvil. El caso es que estaba a punto de cruzar la plaza Francesc Macià cuando ha aparecido el ladrón. Era un señor de unos 45 años, con gafas, moreno, llevaba una cartera que no puedo decir si era de ropa o de piel mala y el pelo lleno de rastas. Lo he visto pero no me ha llamado especialmente la atención, la verdad es que siempre suelo dedicar un par de segundos a observar a cada una de las personas que me cruzo por la calle y, para no perder la costumbre he hecho lo mismo. Era un viandante más hasta que, sin darse cuenta de que lo estaba mirando, ha hecho un pequeño saltito de felicidad al más puro estilo del deshollinador de Mary Poppins. Ha sido en aquel momento que me ha robado una pequeña sonrisa. Él ha seguido andando por la Diagonal y yo me he girado a mirarlo un momento mientras recordaba su pequeño bote, pero ha seguido andando como si nada. Eso sí, se llevaba mi sonrisa en el bolsillo, o tal vez en su extraña maleta.

Seguro que todos habéis vivido alguna situación en la que habéis sufrido este tipo de asalto: ya sea por ver a alguien que se ríe solo por la calle, por escuchar un chiste contado por algún desconocido en el metro, o por ver como alguien tropieza con la acera.

Y lo mejor de todo es que nunca os habéis parado a pensarlo pero seguramente todos, en algún momento de vuestras vidas, habéis sido un ladrón de sonrisas.

miércoles, 13 de octubre de 2010

Aribau139

Después de meses y meses sin saber cómo describiros mi nueva vida en Barcelona parece que sé la manera de empezar. Lo haré desde un lugar y desde su gente. El lugar, Aribau139, a la gente os la iré presentando.

Al llegar a Barcelona Júlia, Alba y yo alquilamos un bonito (y acogedor) piso en “l’Eixample”. Destaca por sus paredes verdes en distintas tonalidades, por su comedor lleno de vida, por el olor a croissant de Can Turris que entra por las ventanas cada mañana y por la música que suele sonar en los altavoces. A menudo son melodías fruto de algún descubrimiento de Júlia o de Alba, o de las canciones que se prepara Guillem para futuras actuaciones (léase 2 meses escuchando “I don’t wanna miss a thing”). Si la encargada de la elección soy yo no sorprendo mucho. Algo de Sabina, alguna canción que sepa cantar, y que en general la sabe cantar todo el mundo, un poco de jazz o el CD de Greatest Hits de Dolly Parton (9 to 5 se ha convertido en nuestro himno de la limpieza).

En Aribau139 empezamos siendo 3 habitantes pero la familia se fue ampliando. Primero llegó Lucie, una francesa de Bordeaux amiga de Júlia del Erasmus. Pasó 2 meses en Barcelona y aportó naturalidad, grandes frases y alegría al piso. Trabajaba en El Corte Inglés de Plaça Catalunya y por las noches nos reíamos muchísimo con ella. Le encanta la comida japonesa, usar la palabra putana y escuchar a Snow Patrol (mejor que David Guetta, no Lucie?). La echamos muchísimo de menos per ha prometido visitarnos en noviembre.

Al poco tiempo se mudó al pisito Vane, Vanessa Farina. Estudiaba un master de moda con Alba y necesitaba casa por unos meses antes de volver a Venezuela, su país natal, así que le abrimos las puertas de Aribau139. Ella aportó energía, reciclaje, orden, sentimientos e ilusiones que jamás pensamos que entrarían en cantidades industriales por nuestra puerta. Nos solía dejar notitas en la pizarra de la nevera y le encantaba que conversáramos en el balcón con una copa de vino. Hicimos lo posible para que se quedara en Barcelona y sabemos que a ella le hubiera gustado pero no pudo ser y llegó el día que tuvo que volver a Venezuela. Aún así nos prometió que volvería.

Y ahora ha venido Guillem. Con la escusa de que en su casa hacen obras pasará un tiempo con nosotras. Reconoce que le encanta la felicidad y el ambiente que hay en el piso. Las bromas de Júlia, las charlas de Vane, los cuadros de Alba… Él nos aporta música, cigarros en el balcón, pizzas en el congelador, buena compañía y una figura masculina que siempre viene bien a la hora de arreglar alguna chapuza (por cierto, nos has prometido que harás algún agujero para colgar los nuevos cuadros…).
A parte de los habitantes fijos hay muchos de espontáneos que nos alegran los días y las noches en Aribau139. Como nuestra vecina Sarita, la loca de Elena, Jose, y Olga, Lula, Anna K. desde Alicante, Lollo y Andrea nuestros italianos favoritos, Roser que viene a veces de vacaciones, Jordi que nos llena la nevera de cervezas, Laits que suele hacer algún “puja i baixa”, etc.

Ahora ya sabéis donde está este rinconcito en el que nos reunimos todos y compartimos, reímos, hablamos, bebemos, nos disfrazamos, cantamos y a veces incluso bailamos. Estáis invitados a darle todavía más color. Os esperamos en Aribau139.