viernes, 21 de octubre de 2011

Sobre ruedas

Abrocharse los patines mucho más fuerte que cuando lo haces en un entreno, comprobar que las ruedas no se puedan salir, ponerte bien el traje porque sabes que durante los 5 próximos minutos de movimiento no lo vas a poder tocar, retocarte el maquillaje, beber un poco de agua con nervios, estirar, intentar escuchar los últimos consejos del entrenador mientras asientes con la cabeza, mirar hacia la multitud e intentar buscar a los tuyos, sentir a la gente gritar como si te quedara todo muy lejos, que se te pongan los pelos de punta y temblar un poco, mirar de reojo a tus compañeras, apretarles muy pero que muy fuerte la mano, decirles “ens veiem després”, salir a comerte el mundo.

Fueron 16 años y supongo que una de las cosas que echo más de menos después de pasar tanto tiempo sobre ruedas son estos minutos, los 5 previos de ritual y los 5 de ejecución. Me resulta muy difícil describiros en el blog esta sensación, pero aquellos que la hagáis compartido entenderéis bien porque resulta tan especial.

Durante 16 años el ritual se repitió muchas veces y esta sensación, por suerte, nunca se perdió. Lo habíamos hecho mil veces pero los nervios que sentíamos eran siempre los del primer día.

Hubieron muchos primeros días y millones de recuerdos que ahora, cuando nos encontramos, no podemos evitar comentar: el primer europeo en Hanau, el campeonato de Fontajau, el baile de “Cupidos”, la medalla de oro en el europeo de Nantes, las compañeras, el famoso minuto 4, la medalla de plata en el europeo de Dinamarca, las elevaciones imposibles, el mundial de Argentina, el de Murcia, la convivencia en una roulotte en Alcoy, los festivales, el cassette de éxitos como “La puerta de Alcalá”, los intensivos en el pabellón, Portugal, los grandes platos de pasta, las lentejuelas, los entrenos en plazas de grandes ciudades, los bocadillos de fuet de la “flor de Maig”, el frío que pasábamos en la pista del pabellón o del instituto, las dichosas figuras obligatorias, la pasión compartida, vender números y de todo para poder viajar, debutar, “El futuro está en tus pies” de Rosa de España, que nos robaran el taxi en un día de lluvia, ir a la Generalitat, los dientes o pestañas postizas, la recibida de la gente de Llagostera al volver de Francia, la amistad, la alegría, el esfuerzo general.

Mil momentos, mil recuerdos, mil piruetas sobre ruedas para no olvidar jamás.

miércoles, 5 de octubre de 2011

El mundo es un pañuelo de 6 grados

Seis grados de separación es una teoría que intenta probar que cualquiera en la Tierra puede estar conectado a cualquier otra persona del planeta a través de una cadena de conocidos que no tiene más de cinco intermediarios, más popularmente lo hemos llamado toda la vida "el mundo es un pañuelo".
El concepto está basado en la idea de que el número de conocidos crece exponencialmente con el número de enlaces en la cadena, y sólo un pequeño número de enlaces son necesarios para que el conjunto de conocidos se convierta en la población humana entera.

Supongo que por eso no debería sorprenderme cuando mi hermana conoce en el metro de Londres a uno de los mejores amigos de mi amigo Miquel tras empezar una conversación al ver escrito en la mano de Júlia “Lara anell”, palabra reconociblemente catalana.
Tampoco debería sorprenderme que el año pasado compartiera piso y vivencias con un chica de Venezuela, Vane, y que nos diéramos cuenta de que teníamos un amigo en común. Vecino de Venezuela para ella, compañero de New York para mí.

No debería sorprenderme, pero me sorprende. El mundo es un pañuelo y Facebook nos está ayudando a darnos cuenta de ello a marchas forzadas. Agregamos a alguien y tenemos amigos en común con él de la universidad, de nuestra familia de Zaragoza o de nuestro trabajo en Madrid. Alguien conectado a distintas partes de nuestra vida, muy distintas entre sí.

Y no solo cuando agregamos amigos, porque todos aquí ¡TODOS! hemos cotilleado la página de perfil de alguien desconocido (o semi-desconocido) y nos hemos sorprendido en silencio al ver totas esas amistades que nos unen.

Dicho eso, y volviendo al experimento seis grados, no debería sorprenderme saber que estuve a solo 4 grados de Bin Laden, así que todos los que leéis eso y me conocéis estáis a 5, a solo 5.

Ah! Y a 3 grados de Brad Pitt, lo que os convierte a vosotros en el 4o grado, supongo que este dato es mucho más bonito y romántico para terminar este blog.