lunes, 31 de marzo de 2014

Ponerse un jersey

Pensando en una nueva campaña para uno de nuestros clientes, Ignasi hizo una gran reflexión o, como queda más cool decir en publicidad, extrajo un gran insight.

Podemos afirmar que la figura parental nos ayuda durante toda nuestra vida, sobre todo, cuando somos pequeños y sin darse cuenta nos sobreprotege y nos impide crecer a ritmo rápido.

De hecho, aprendemos más cuando deja que nos equivoquemos, cuando nos deja llorar, cuando permite que lo intentemos solos, dejándonos tropezar una y otra vez con la misma piedra. Esto, como a padre, a veces es complicado, pero la satisfacción es mayor cuando los hijos consiguen hacerlo solos y ellos están allí para verlo. Porque han sabido esperar pacientemente a que sus peques lo probaran una y otra vez, a que pusieran sus bracitos solos dentro del jersey, a que la cuchara acertara torpemente dentro de la boca o que alcanzaran a coger aquél juguete que les queda muy lejos.

Así que hoy os quiero hablar de alguien que no me ayudó a ponerme el jersey y que esperó pacientemente a que lo hiciera por mi sola, animándome a intentarlo una y otra vez hasta que lo conseguí, aunque esto supusiera que algunos a mi alrededor se enfadaran porque tenían prisa por salir a la calle. O causara algún que otro desperfecto.

No solo lo conseguí una vez, sino que su apoyo hizo que me pusiera el jersey día tras día. Copié de él los mejores trucos para hacerlo y con el tiempo me puse jerseys, camisetas, calcetines, incluso camisas de seda llenas de botones.

Si lo hacía bien, entonces él chocaba su puño con el mío, una versión personalizada del give me five. Su aprobación. Y mi subida automática de ego.

Hoy ya no está liderando el equipo de pequeños estilistas, pero desde aquí quiero darle las gracias: por hacerme progresar, por dejarme crecer, y caer, por la paciencia, los consejos, por el cariño y por crear esta gran familia.


Gracias Robert J