sábado, 2 de enero de 2010

Etapas

Cerramos una puerta para luego abrir otra. Al principio estamos torpes. No sabemos si hay que abrirla hacía adentro o hacía fuera y lo más seguro es que nos equivoquemos (aunque tengamos un cartel delante que nos guie “pull”, “push”). Aún así una segunda oportunidad siempre nos permite poder abrir la puerta correctamente. Solemos entrar despacio, asustados, contentos, espectantes. Sabes que escondía la puerta que has cerrado pero nunca sabes que tendrá la siguiente. Somos curiosos y a menudo cambiamos de habitación. Las cosas son bonitas porque tienen un final. Saber que estarás siempre en una misma habitación hace que pierda su belleza, queremos avanzar, queremos habitar en otra.

A menudo abres la puerta y antes de descubrir que esconde te entran unas ganas locas de retroceder y abrir de nuevo la puerta que hemos cerrado. No tenemos que dejar que el miedo a lo nuevo nos venza, tenemos que ser curiosos.

Por experiencias anteriores sabemos que nuestro paso por la habitación va mejorando. Al llegar todo nos parece nuevo y mantenemos recuerdos muy vivos de la etapa anterior que nos obligan a hacer comparaciones odiosas, pero a medida que avanzan los días somos capaces de encender la luz y difrutar de manera creciente. Llegamos a gozar de tal manera que cuando llegue el momento de volver a cambiar de habitación cerraremos la puerta tristes, pero contentos de la experiencia y de ver que no nos equivocamos, de que fuimos capaces de abrir la puerta de la habitación.

Otras veces nos encontramos en que hay dos puertas. Las dos del mismo tamaño, mismo color. Tenemos que elegir cual abrir y no resulta nada fácil! Intentamos dejarnos aconsejar, valorar posibilidades e incluso a veces queremos que elija otro… pero tenemos que pensar que luego seremos nosotros los que cruzaremos solos, así que la decisión es solo nuestra.


Ahora nos ha tocado cerrar una puerta, la puerta de una habitación llena de amigos, de vivencias, de recuerdos, de sitios maravillosos, de felicidad. Creo que es el momento de que abramos la siguiente y empezarla a cruzar con la misma alegría e ilusión que hemos hecho hasta ahora. ¿No crees Alba?