martes, 28 de febrero de 2012

Calle melancolía

Bajamos del avión, tomamos el bus y, al pasar por las calles de Lisboa, tengo la sensación de retroceder 20 años. Edificios antiguos, azulejos, suelos irregulares, gente vestida de marrón, de azul oscuro, pantalones de pana, tranvías, ropa tendida en las calles. Me miro los pies y siento que mis New Balance de color azul chillón desentonan en este ambiente.

Bajamos en la Plaza Marqués de Pombal y una extraña sensación de melancolía se apodera de mí, echo de menos algo que no reconozco, me parece estar leyendo un libro y mi mirada va describiendo barrocamente aquello que veo. En Lisboa parece imposible decir un nombre sin acompañarlo de 4 adjetivos, es simplemente impensable.

La capital portuguesa es literaria, pienso, cuando de repente veo a Fernando Pessoa en una terracita tomando café. Me quedo observando y me parece escuchar un susurro “As vezes ouço passar o vento; e só de ouvir o vento passar, vale a pena ter nascido.”

Yo también escucho el viento y disfruto del regalo, de mi regalo de navidad.