14N,
día de huelga general. Me despierto pronto y me dirijo al trabajo. Secretamente
deseo toparme con algún piquete en la puerta de las oficinas, pero no han madrugado. Todo lo que encuentro son unos seguratas
protectores que hacen que entre en la Illa cual Madonna en el Sant Jordi. Los
flashes dejan de disparar i aligero mi paso, vuelvo a la realidad y me siento sumamente
mal y traidora por no haberme quedado en casa.
Debido a
circunstancias que no vale la pena nombrar, y que nunca serán una excusa lo
suficientemente poderosa, he tenido que venir y siento un extraño remordimiento.
Traiciono a mis principios y, desde mi ordenador, sigo cualquier noticia
relacionada para que no se me olvide qué día es hoy. Será un buen modo de irme
auto flagelando durante todo el día. Pasan unos minutos y finalmente decido
declararme en servicios mínimos para que disminuya mi incansable culpa. Además,
para dejar constancia, voy a escribir este post.
Me
gusta confiar en la gente y ver la vida positivamente y con un toque de color
rosa, además del vaso medio lleno y preferiblemente de cerveza, pero ha llegado
un punto en que resulta complicado confiar en alguien para que pueda poner
solución a esta situación.
Todo aquello que pensaba que era lejano a mi entorno
ahora lo tengo cerca. Algunos conocidos no saben si cobrarán el mes que viene,
otros están en las listas del paro, mi hermana no encuentra trabajo, los afortunados
con trabajo tienen contratos precarios en los que casi pagan por dejarles ir, muchos
anuncian que no podrán comprar regalos en navidad, algunos ni siquiera comida,
otros que no llegan a fin de mes, en la tele no paramos de ver tristes
desahucios, muchos conocidos sufren porque no podrán pagarle un futuro a sus
hijos, otros no pueden permitirse tenerlos.
A ver,
preguntemos a aquellos que salen en las banderolas electorales de la Diagonal
si realmente conocen a alguien en una situación así, si algunos han sufrido en
primera persona aunque sea solo uno de estos problemas y si realmente su
programa nos da una solución.
Que
intenten por unos minutos darme un nombre y un apellido, un conocido, el amigo
de un amigo, el cuñado de un primo. A lo mejor, después de que alguno consiga
contestarme y convencerme de que realmente le preocupa esa persona, después
tendrá mi voto.
De momento recuerdo otros tiempos, mientras me imagino de fondo la voz de Madonna cantando: "A long, long time ago I can still remember" y, sin éxito, intento rellenar de nuevo el vaso.